La reconversión tecnológica de las empresas no solo implica la adopción de procesos digitales, sino también un verdadero cambio en la mentalidad de negocios.
La reconversión tecnológica de las empresas no solo implica la adopción de procesos digitales, sino también un verdadero cambio en la mentalidad de negocios.
La tecnología domina hoy cada esfera de nuestra cotidianeidad. El mundo empresarial no es ajeno a su presencia y debe aprender a convivir con ella. Sin embargo, no basta con adoptar procesos y dispositivos electrónicos. La transformación digital que deben emprender las organizaciones implica una verdadera reconfiguración de la mentalidad de negocios.
Reconvertirse implica plantear un nuevo modo de organizarse y de nutrir la cadena de valor. Conlleva una reinterpretación y un reaprendizaje del trabajo y el sistema de gestión. Solo así será posible para las compañías adaptarse a un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA, por sus siglas en inglés). Solo así podrán adecuarse a las exigencias emergentes y asumir con eficacia y eficiencia los retos que se les presenten.
La tendencia indica que se acrecentará el uso de las herramientas digitales en la relación con colegas, proveedores y clientes. Sin embargo, el eje central de la transformación digital no es la tecnología, sino las personas. Así lo sintetiza Nelson Duboscq, CEO de Digital House, en el libro Transformación digital: cómo las empresas y los profesionales deben adaptarse a esta revolución. El empresario explica al respecto que los dispositivos electrónicos son solo herramientas que los individuos utilizan para “hacer”. “El factor decisivo en el éxito de todo profesional es su habilidad para trabajar con ellas”, sentencia.
Aquellas empresas que no se adapten al escenario digital imperante no lograrán subsistir, ya que no podrán competir en el mercado. Su trascendencia dependerá de su capacidad para revisar y reconfigurar sus estrategias. En este sentido, deberán desarrollar una cultura corporativa que internalice la adopción de soluciones tecnológicas y vele por la constante capacitación y actualización del personal. Asimismo, esta deberá conservar el espíritu y la identidad de la organización.
El proceso de transformación digital en América Latina se enfrenta a una serie de desafíos íntimamente relacionados con las características del escenario regional. En relación con ellos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advierte que deben generarse políticas públicas que permitan aprovechar los beneficios de la reconversión tecnológica. Al respecto, el organismo recomienda trabajar en siete áreas específicas:
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mejorar el acceso a las tecnologías digitales;
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fortalecer su uso efectivo;
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posibilitar la innovación digital;
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garantizar empleos de buena calidad para todos;
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promover una sociedad digital incluyente;
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fortalecer la confianza;
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fomentar la apertura del mercado.
Las compañías argentinas, en tanto integrantes de la realidad latinoamericana, precisan tomar conciencia del contexto en el cual se encuentran insertas. Ello ampliará sus posibilidades de replantear sus estrategias de negocios, aprovechando las oportunidades y superando las limitaciones. En este proceso, deberán tener en cuenta lo ya expresado: no basta con incorporar tecnología. El uso que el personal hace de ella, la cultura organizacional que lo aglutina y el modelo de negocios adoptado son la piedra angular de una transformación exitosa. Todo proceso de cambio debe nacer desde adentro de las organizaciones, ese es el camino para que sea sostenido en el tiempo.
Reconvertirse implica plantear un nuevo modo de organizarse y de nutrir la cadena de valor. Conlleva una reinterpretación y un reaprendizaje del trabajo y el sistema de gestión. Solo así será posible para las compañías adaptarse a un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA, por sus siglas en inglés). Solo así podrán adecuarse a las exigencias emergentes y asumir con eficacia y eficiencia los retos que se les presenten.
La tendencia indica que se acrecentará el uso de las herramientas digitales en la relación con colegas, proveedores y clientes. Sin embargo, el eje central de la transformación digital no es la tecnología, sino las personas. Así lo sintetiza Nelson Duboscq, CEO de Digital House, en el libro Transformación digital: cómo las empresas y los profesionales deben adaptarse a esta revolución. El empresario explica al respecto que los dispositivos electrónicos son solo herramientas que los individuos utilizan para “hacer”. “El factor decisivo en el éxito de todo profesional es su habilidad para trabajar con ellas”, sentencia.
Aquellas empresas que no se adapten al escenario digital imperante no lograrán subsistir, ya que no podrán competir en el mercado. Su trascendencia dependerá de su capacidad para revisar y reconfigurar sus estrategias. En este sentido, deberán desarrollar una cultura corporativa que internalice la adopción de soluciones tecnológicas y vele por la constante capacitación y actualización del personal. Asimismo, esta deberá conservar el espíritu y la identidad de la organización.
El proceso de transformación digital en América Latina se enfrenta a una serie de desafíos íntimamente relacionados con las características del escenario regional. En relación con ellos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advierte que deben generarse políticas públicas que permitan aprovechar los beneficios de la reconversión tecnológica. Al respecto, el organismo recomienda trabajar en siete áreas específicas:
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mejorar el acceso a las tecnologías digitales;
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fortalecer su uso efectivo;
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posibilitar la innovación digital;
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garantizar empleos de buena calidad para todos;
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promover una sociedad digital incluyente;
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fortalecer la confianza;
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fomentar la apertura del mercado.
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