Mucho se oye hablar de ella, pero su implementación suele diluirse en intenciones. Sin embargo, empresas mendocinas nos demuestran que romper con el paradigma de la economía lineal y triunfar es posible.

El concepto de sustentabilidad domina actualmente las discusiones de los escenarios político y económico. A nivel social, avanza con firmeza la toma de conciencia respecto de la importancia de lograr un desarrollo que no comprometa a las futuras generaciones ni a los recursos naturales. La economía circular, la utilización de energía no contaminante y la separación de residuos en origen son algunas de las aristas del sostenible que aspira a consolidarse y expandirse.
La Organización de las Naciones Unidas fijó para 2030 una agenda de desarrollo sostenible, que incluye 17 objetivos que representan los principales desafíos del mundo. Estas metas fueron planteadas para conseguirse a lo largo de la presente década. ¿Cuáles son?

1. Fin de la pobreza.
2. Hambre cero.
3. Salud y bienestar.
4. Educación de calidad.
5. Igualdad de género.
6. Agua limpia y saneamiento.
7. Energía asequible y no contaminante.
8. Trabajo decente y crecimiento económico.
9. Industria, innovación e infraestructura.
10. Reducción de las desigualdades.
11. Ciudades y comunidades sostenibles.
12. Producción y consumo responsables.
13. Acción por el clima.
14. Vida submarina.
15. Vida de ecosistemas terrestres.
16. Paz, justicia e instituciones sólidas.
17. Alianzas para lograr los objetivos.

Inspirados por similares objetivos, muchos Gobiernos han implementado un modelo de gestión de triple impacto, que se sustenta sobre tres pilares: desarrollo económico, inclusión social y cuidado del medio ambiente. Esta tríada se encuentra presente en todas las decisiones gubernamentales, a fin de lograr políticas integrales y transversales a todas las áreas públicas y de la sociedad. En Mendoza, la Municipalidad de Ciudad ha sido una de las pioneras en implementar esta mentalidad en su administración.

En el ámbito privado, la mirada lineal y competitiva que caracteriza a los modelos de negocios más extendidos poco a poco va siendo reemplazada por una visión circular y humana de la economía. No son pocas las compañías que buscan convertirse en agentes de cambio y certificarse como Empresas B. Ser una empresa B significa considerar el impacto social y ambiental de la actividad productiva tanto a corto como a largo plazo. 

El mencionado modelo de economía circular rompe con el paradigma tradicional de producción y consumo, basado en la extracción, la producción, el consumo y el desperdicio. Aquí, los residuos son transformados en recursos que reingresan al sistema productivo y, por consiguiente, disminuyen la necesidad de extraer insumos de la naturaleza. Asimismo, la idea de la regeneración rige todas las etapas del proceso de fabricación. Entre las compañías mendocinas que aplican este modalidad de gestión, se encuentra Xinca, una tienda de ropa confeccionada a partir de materiales reciclados. Su labor sustentable ha sido reconocida por Naciones Unidas y por los premios Latinoamérica Verde y Mayma.
Para Dalvian, la sustentabilidad también constituye uno de los pilares de su administración. Tal es así que fue el primer conjunto residencial de la provincia en abordar la gestión integral de residuos a través de su programa Dalvian Verde. El objetivo principal es contribuir a la calidad de vida de los residentes, velando por el cuidado del medio ambiente y las generaciones futuras. Es por esto por lo que invita a vecinos y vecinas a continuar contribuyendo en casa con la separación de sus desechos y a realizar acciones complementarias tales como ahorrar electricidad, tomar duchas cortas, utilizar productos orgánicos y reciclados, y comprar a productores locales.